viernes, 21 de septiembre de 2012

"Política para apolíticos". ¡IMPORTANTE! antes de opinar, LEE hasta el final...


Política para apolíticos”. Importante: antes de opinar, LEE hasta el final


¿Viviríamos mejor sin la política?

Queridas amigas y amigos, me gustaría compartir hoy una reflexión con vosotros. Son fragmentos del libro “Política para apolíticos”, que lógicamente recomiendo a todos leer. Empezaré por escribir algunos fragmentos del libro bajo el título “¿Viviríamos mejor sin la política?”. Solo espero que leáis atentamente aquellos párrafos que me han parecido mas interesantes y que no os canséis, que lleguéis hasta el final. Una vez leído, que cada uno extraiga sus propias conclusiones.


(…) Alcanzar el aplauso en cualquier reunión familiar o social es sencillo. Basta un inflamado discurso contra la política y los políticos. De forma parecida, cuando algo funciona mal, la respuesta también es simple. La culpa corresponderá a la presencia o a la ausencia de intervenciones públicas (…)

(…) No comparto la generalizada tendencia a volcar todas las culpas en la política y, sobre todo, me preocupan las consecuencias de vivir con una política desacreditada. Es cierto que la política puede mostrarnos su cara más negativa y que algunos usos indebidos del poder perjudican su imagen. Pero también es cierto que nunca había hecho tanto por nosotros. Nunca había proporcionado tantos servicios ni se había ocupado tanto del bienestar colectivo. Es cierto que no todo lo hace bien sin que esto signifique que todo lo haga mal. Encontraremos de todo como en cualquier actividad humana (...)

(…) Es decir, se impone reivindicar la necesidad y la importancia de la política. Sin ella viviríamos peor (…)

(…) Solón, uno de los grandes legisladores de la democracias ateniense del siglo v a. C., definía la política como eunomía. Es decir, una capacidad de buscar el equilibrio entre posiciones legítimamente dispares (…) La política requiere negociación y se expresa a través de grises y matices: algo que deberían recordar tanto nuestros políticos como sus altavoces mediáticos (…)

Se objetará que la política es también afán de poder, lucha por el cargo manipulación y defensa de los intereses propios. No soy tan ingenuo como para no saber que todos estos ingredientes forman parte de la política, aunque creo que no la definen (…)

(…) La política consiste en gestionar la realidad, pero también en rechazarla, en no aceptar que las cosas nos vengan dadas. La política es imaginación (…)

(…) La virtud cívica de los antiguos griegos supone la capacidad para participar en la res publica y, al mismo tiempo, el compromiso de hacerlo. La areté es aquella virtud que nos permite pensar en plural, pasando de lo que me interesa a a lo que nos interesa a nosotros. No todo el mundo estará de acuerdo con estas afirmaciones. Defender la política como una necesaria imaginación colectiva no está muy de moda. Se suele preferir la inmediatez de lo real y la apuesta individual que caracterizaría a la llamada sociedad civil y sus emprendedores (…)

(…) Es paradójico que en un mundo cada vez más globalizado e incierto hayamos declarado la inutilidad de la política, cada vez más desbordada y arrinconada por la supremacía d ella economía y el empuje de un individualismo radical (…) El individualismo liberal quiere convertirnos en reyes de la creación, pero nos transforma a todos en adversarios que luchamos ferozmente por cada palmo de nuestra parcela de libertad. No somos bestias solitarias, sino también salvajes y agresivas, dispuestas a competir y a atacarnos a la menor oportunidad.

La política es descrita a menudo como una jungla llena de peligros cuando es en realidad la ausencia de política la que convierte la existencia humana en una inevitable experiencia temeraria. Lo certifica la vida cotidiana allí donde han desaparecido las más elementales estructuras políticas: Somalia, Afganistán o cualquiera de las zonas de dominio del narcotráfico (…)

(…) Ésta es la paradoja de la situación actual. Como reacción a este miedo creciente que se cierne sobre la sociedad del riesgo, se ataca a la política y se la denuncia como una innecesaria molestia. Tal vez lo sea para los más fuertes que confían en sobrevivir aplicando la propiamente llamada “ley de la selva”. Pero sin la política, sin capacidad de imaginar proyectos colectivos, no se concibe a la larga --- y, a veces, tampoco a la corta --- un futuro viable, ni individual ni compartido. La política no es, pues una carga inútil. Por el contrario, se convierte en imperiosa necesidad cuando se trata de elaborar y aplicar los proyectos colectivos que dan estabilidad y dignidad a la existencia humana (...)