sábado, 11 de febrero de 2012

Ni acato, ni respeto ni comparto la sentencia contra Garzón

   La primera víctima del mayor caso de corrupción en España no son los corruptos, no, sino el magistrado Garzón. Si los corruptos están en la calle, y los jueces justos condenados, algo falla en nuestra justicia. Los españoles tenemos la sensación en estos días que nuestra justicia no funciona.
   Los procesos a Garzón indican una cacería judicial orquestada para evitar que la justicia investigue los crímenes del franquismo y para impedir que los corruptos del gürtel paguen por haber saqueado al contribuyente en Valencia, Madrid y Baleares.
   La cacería judicial contra Garzón ha dañado la imagen de España en el mundo. Los medios de comunicación internacionales señalan nuestro país como un estado “en vías de desarrollo” o “tercermundista”, un país donde la democracia no funciona y nuestra justicia está al servicio de los delincuentes.
   La condena a Garzón pone más énfasis en acabar con un juez honrado y justo, que en perseguir a los corruptos. Los corruptos han de ser perseguidos con todo el peso de la ley y no ser amparados por ella. El ciudadano no comprende ni comparte sentencias que dejan a corruptos en la calle y destroza la vida de jueces como Garzón.
   La sentencia que condena a Garzón, a mi juicio, es errónea y arbitraria. Incluso pudiendo admitir que Garzón se ha equivocado, a partir de ahora, los jueces que en su trabajo cometan errores, podrán ser sometidos a un juicio por prevaricación. ¿Acaso esta sentencia implica que los jueces que vean revocadas sus sentencias “serán inhabilitados”? Desde luego es una reflexión a tener en cuenta.
   Ni acatar, ni respetar ni compartir la sentencia contra Garzón, por lo que desde estas líneas me sumo a aquellos que entienden que nuestra democracia se ha debilitado. Garzón hace bien en recurrir al constitucional, sin duda, la mejor forma de no acatar, ni respetar, ni compartir la sentencia.